Kaas
No hay problema más grande en la vida de algunas mujeres, aparte de encontrar pareja, que la de elegir un vestido. Y no es que sea misión imposible, no. Se me antoja más bien estresante. ¿Una exageración? Quizás, pero no me negaran que más de una se habrá visto en la difícil situación de ir de tiendas a por un complicado vestido. La causa: una boda.

Y es que, paradójicamente, en estos tiempos donde todo o casi todo parece estar en crisis las parejas se arriesgan a celebrar su unión y no siempre de manera modesta, no, parecen pensar que si lo van a hacer al menos que sea rimbombante. Total es una vez en la vida... o dos, tres... Pues bien, nos han invitado a una boda. ¿Qué hacemos? Hay que ir de compras. Complicada empresa.

Pues a ver, por dónde empezamos... El Vestido. Debe ser un color neutro, que combine con todo, que sea elegante pero a la vez sencillo. Rebe, ¿vamos de compras? Como la boda es de día igual nos decantamos por un vestido corto, pero también hay que tener en cuenta que ha este lado del mapa el clima es bastante incierto aún en verano. Vale, vamos a ser positivas y compremos uno corto. Tres meses pasando del tema, 10 días de búsqueda, 3 galerías y 18 tiendas por fin hemos encontrado uno que parece puede ser: corto, drapeado y negro. Ahora veamos si hay la talla que necesito, bufff... Tres días después hemos encontrado la talla adecuada, parece mentira que un mismo vestido de diferente talla difiera en la calidad de la tela. Curioso. Lo observo después de comprarlo, no sé que accesorios ponerle y me sumerjo en Internet, entonces veo que es de estilo griego. Cojo el teléfono: Maxi, ¿vamos a por los accesorios?

Mi actitud anti Corte Inglés ahora debe ser aparcada puesto que no hay muchos sitios que reunan todo en un sólo lugar. Hoy debemos coger algo pues estoy en cuenta regresiva. Pillamos de allí un cinturón que devolvimos a los 2 días pues lo cambiamos por otro (negro y de otra tienda) que quedaba más mono. No volvimos allí más que a mirar y coger ideas. Saliendo del CI caímos en una tienda donde encontramos unas sandalias negras con detalles plateados que resaltaban aún más el aspecto griego que queriamos para el vestido, lo separamos y después de 10 zapaterías volvimos y lo compramos. Los zapatos en un día era todo un logro para alguien que de normal duda hasta de lo que le gusta cuando a vestidos se refiere pero aún faltan cosas. Rebe ¿quedamos mañana por la tarde?

Quedan 3 días para la boda. Vamos a por la cartera y los chismes para el pelo. Vimos mucho pero no nos acabábamos de convencer. Que desastre...

Un día antes fuimos sí o sí a por lo restante. No encontramos nada de nuestro griego agrado para el pelo así que decidimos ponerle un par de cosas que Rebe tenía y sabía le venían bien al peinado sin restarle el aire deseado. Luego, a 15 minutos para las 20:00 (hora de cierre) por fin encontramos la cartera negra con detalles plateados y pedrería donde cabían el móvil, la cámara de fotos, las llaves y una barra de labios. Era día de feria medieval en el centro de la ciudad así que luego nos fuimos a ver puestos de artesanía, ropas, zapatos y joyas, por cierto que estas no las compramos porque no nos hacían falta ya que Yves Rocher nos había regalado aquello hace mucho por la compra de unas cremas. ¡Vivan los pétalos de YR! Antes de volver a casa disfrutamos de los animales que allí se exponían (cotorras, coatíes, búhos, etc.) y un show al estilo medieval. Mañana nos vemos para el peinado.

10am. Rebe ha llegado super puntual y no salgo de la ducha. Era la primera vez que haría un medio moño de estilo griego, tendríamos que haber previsto que tardaría pero... Ya era tarde y en 2 horas sería la boda. Dos horas y media después y 14 llamadas en el móvil ya estaba lista para salir. Sí, más vale tarde que nunca. Vestida, peinada, maquillada y con las uñas pintadas estaba lista para llegar... antes que los novios salgan de la iglesia.

En fin, a veces pasa. No siempre la novia es la que llega tarde.
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